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sábado, 7 de noviembre de 2009

MODERNA Nº 2 Especial Lenguas indígenas

Octubre 2009




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SUMARIO


EDITORIAL
Estudiar las lenguas indígenas no es estudiar a los otros


HOMENAJE

"Yo hablaba solo, en el monte..."


LA CHARLA

Lenguas originarias, lenguas vivas: el idioma es el pilar de la cultura


EL TEMA

Situación sociolingüística de los pueblos indígenas en la Argentina





EDITORIAL


Estudiar las lenguas indígenas no es estudiar a los otros


Ya no tiene Palabra,

ya se acaba

su aliento


(De un himno quechua)


¿Cuál es el valor del lenguaje para un literato, o para un profesor o estudiante de Letras? Bueno, es algo evidente: se trata de la materia misma de su quehacer. Pero ¿cuál es el valor del lenguaje para un astronauta? Bueno…, eso tal vez no sea tan evidente…

Sin embargo, sin importar lo que hagas, tengas mayor o menor grado de conciencia sobre él, el lenguaje estará siempre presente, en tu práctica social y personal. Los hechos existen, las cosas existen, y el lenguaje es fiel testigo. El conjunto múltiple que forma una cultura está codificado en palabras. Detrás de un idioma (si desglosamos ese código) hallaremos la cultura: el carácter y personalidad de una comunidad.

El lenguaje nos hace biológicamente humanos, nos iguala como seres vivos capaces de desarrollar este ingenio único generador de símbolos. Pero la lengua nos constituye como cultura, nos diferencia como grupo, un grupo con un plan propio para entrar en esa historia mayor de la humanidad.

Existen unas 6000 lenguas en el mundo, o sea, unas 6000 maneras que encuentra el hombre de ser hombre. Esto no significa que se trate de 6000 compartimientos aislados, sino que existe un diálogo continuo entre ellas.

No cabe duda de que una experiencia de cinco siglos de contacto como la americana ha dejado sus marcas definitivas en la cultura. Por lo cual resulta imprescindible entender que comprender hoy la naturaleza de las lenguas vernáculas de nuestro continente no significa estudiar a los otros: los indígenas, sino que se trata de un programa político fundamental para comprender nuestra propia identidad.

El lenguaje, para cualquier individuo, debería ser tomado como cualquier otro órgano de su constitución. Y cada lengua, como una puerta infinita para entrar en la humanidad.




HOMENAJE



"Yo hablaba solo, en el monte..."



HÉCTOR MANNI

hector.manni@gmail.com

Lingüista, Profesor en la Universidad Nacional del Litoral. Su proyecto de recuperación y proyección de la lengua mocoví es reconocido en Latinoamérica.



Es oportuno homenajear a un pueblo de nuestra región de la mano de quien lleva adelante un proyecto ejemplar en materia de recuperación de una lengua. Y justamente de eso se trata, de recuperar la lengua de un pueblo, de consolidar su cultura. Para ello, el Prof. Manni nos hace oír directamente las voces de los miembros de ese pueblo.





"Yo hablaba solo, en el monte (...) pero la idioma siempre está, no se olvida..."


Raúl Teoti

Citado por Beatriz Gualdieri

en Coria y otros (1)


Las palabras de Raúl Teoti, que pertenece a la Comunidad Mocoví (2) (3) de Recreo (Santa Fe), y que uso en el título y en el epígrafe describe una de las situaciones lingüísticas que muchos hombres y mujeres viven como uno de los actos de mayor degradación de un grupo humano: la pérdida de su lengua como consecuencia de acciones políticas, militares, económicas y socio-culturales. Cuando el editor me propuso una colaboración para esta revista, asumí que el mejor homenaje que podía hacer a los pueblos originarios en este mes de octubre era hacer que las voces de los protagonistas sonaran en mi escrito. Voces que por mucho tiempo fueron apagadas por la fuerza de la acción que supone el desarrollo de la civilización y la desaparición de los rasgos, los sonidos, las historias, la misma presencia identificada como indio, aborigen, indígena… diferente.

Como se sabe, en nuestro país y en todo el continente americano, el contacto entre el conquistador y los pueblos originarios generó relaciones asimétricas de poder, y como consecuencia se entablaron conflictos de naturaleza social, política, económica, cultural y lingüística. Desde un punto de vista sociolingüístico, esta asimetría de poder tuvo consecuencias en la estabilidad de la lengua mocoví en el centro y norte de la Provincia de Santa Fe y que fue relegada a usos y ámbitos más estrechos, al punto (en muchos casos) que niños y jóvenes ya no la usan.

Las respuestas a la pregunta cuándo se habla mocoví es en general como las que recogieron Beatriz Gualdieri y Silvia Citro:


Ellos [el padre y la madre] a la noche cuentan cosas en el idioma, cuando los chicos no molestan (…) la costumbre es escuchar y que no se interrumpa. (Abraham Vázquez)

Se habla cuando se prepara la comida, al atardecer, junto al fuego, con el mate… ahí se conversa. (Antonio Gómez)

Cuando estoy con mi hermano Juan Carlos, con mi mamá, sí hablamos más nuestra lengua, el castellano para nosotros se perdió, sí cuando yo me alejo de ellos vuelvo a hablar el castellano otra vez. (Anselmo Salteño)

[Coria y otros (2006:111-112)]


En reuniones de trabajo con jóvenes, reconocen que no hablan mocoví. Sin embargo, son capaces de comprender cuando sus abuelas se reúnen con sus tías y hablan en la idioma mientras toman mate. También afirman que muchos niños comprenden a sus abuelos cuando usan mocoví.

Una de las causas de la distribución territorial del pueblo mocoví en la Provincia de Santa Fe hay que buscarla en la situación por la que atravesaron a principios del siglo XX (4). Otro testimonio de Raúl Teoti expone con claridad el significado para el pueblo mocoví de las consecuencias que los hechos históricos tuvieron sobre ellos:


(...) cuando ocurrió esa cosa ahí [el levantamiento de San Javier], dicen que hubo la migración, entonces la gente de miedo se escondió, se escondió, se fueron a los montes. Y otro no se identificaban, porque después vino, a lo último también vino la colonización y encima los colonos dicen que eran alemanes, franceses... Allá en San Javier está la Colonia Francesa. Y es que eso, eso dicen que en el tiempo, dicen que los tenían como animales. Cuando empezaban a alambrar y cercarlos, ahí nomás ya les tiraban tiros (…) y entonces se fue, qué sé yo, desapareciendo. Y algunos que se daban a conocer decían que no eran aborigen: “Nosotros somos criollos”. Y qué sé yo, porque no es que no querían, no querían pasar hambre, querían trabajar. Y en la colonización se dijo que hubo, o los colonos decían: “Bueno, si es indio no te damos trabajo, a los montes”.

Y entonces alguna gente, por trabajar, decía: “Bueno, yo no soy aborigen, soy criollo, soy de tal padre”, entonces ahí podía trabajar (…)

[En Coria y otros (2006:92-93)]


Las palabras de Raúl muestran esa necesidad de identificarse con la cultura de los blancos por temor a ser discriminados, ignorados, explotados o eliminados. Necesidad que llevó a estos hombres y mujeres a enterrar sus palabras, sus lenguas; en definitiva, su identidad.

Retomando la cita del epígrafe, Raúl afirma que si bien “habla solo...”, la idioma siempre está, no se olvida”. Está en Raúl, en Abraham, en Antonio, en Anselmo y en muchos otros. Está allí como parte de su propia naturaleza. Sobrevive mientras sobrevivan ellos. Y este es un valor del cual los propios mocovíes son conscientes y sobre el que se permiten proyectar estrategias de recuperación y reinstalación de la lengua. En otra parte del libro que estamos citando, Teresa Coria, de la comunidad mocoví de Recreo, dice:


Por ahí a veces nos enterramos nuestras palabras que no queremos decir (…) A veces tenemos miedo a la gente blanca, que un día la gente blanca nos quitaron nuestros bienes, nuestras tierras. Por eso es que a veces nos avergonzamos, tenemos miedo. Pero hoy, yo siempre lo digo, me largo [a contar] para que algún día que yo parta en esta tierra, que los chicos siempre se acuerden de mí.

Coria y otros (2006:22)


“Me largo a contar” dice Teresa. Es como si dijera me largo a hablar mi lengua, me largo a recuperar mis palabras. ¿Qué valor tiene para hombres y mujeres como Teresa Coria, Ángela Sistale, Raúl Teoti, Antonio Gómez y muchísimos más, la acción de largarse a contar, hablar, desenterrar las palabras…?

La expresión de Teresa me largo a contar refleja una toma de decisión del pueblo mocoví de la Provincia de Santa Fe, así como de muchísimos pueblos originarios: recuperar su lengua, su cultura, su identidad, su dignidad como pueblo. Recuperar una lengua que los niños y jóvenes ya no hablan (aunque es posible que la comprendan) es una empresa gigantesca que requiere más que la buena voluntad. Sin embargo, las comunidades mocovíes están llevando adelante este proceso de recuperación. Están generando proyectos étnico-lingüísticos en los que la recuperación de la lengua es una prioridad política fundamental. Las preguntas son, entonces: ¿Cuál puede ser la causa que justifique esta empresa? ¿Por qué asumir un emprendimiento que requiere un enorme esfuerzo?

Hay aquí una fuerza que instala y puede volver exitosa esta empresa. La reconstrucción de la identidad cultural es la meta a lograr. Hablar lengua moqoit es hacerlo desde la pertenencia a un grupo humano, a un pueblo con una historia, con una manera de mirar el universo, con determinados saberes. Y uno de esos saberes es la propia lengua, esa que Raúl Teoti no olvida, la idioma que está ahí como un saber que puede ser usado. Para nosotros los lingüistas es una especie de tesoro que nos permitirá definir hipótesis, proponer generalizaciones, leyes, principios… en fin, nos permitirá, quizá, ser mejores lingüistas. Pero a los pueblos que se vieron obligados a ocultar este saber les permitirá reencontrarse como pueblo. La pertenencia, la historia, la manera de mirar, los saberes, son diferentes a lo que nos identifica a nosotros, los blancos, los criollos. Somos distintos y esa es la marca. También somos distintos a muchísimos otras culturas, lenguas, creencias, maneras de mirar el universo. Y esa diferencia es lo que nos permite reconocer nuestra propia identidad.



NOTAS:

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1 Lengua, cultura e historia mocoví en Santa Fe, Instituto de Lingüística de la UBA, 2006. Libro que recoge las voces de hombres y mujeres de la etnia mocoví de la Provincia de Santa Fe. Este es un libro que Beatriz Gualdieri y Silvia Citro editaron a partir de la compilación de registros orales. Resulta muy valioso para la comprensión del estado sociolingüístico del mocoví en el centro y norte de la Provincia de Santa Fe.

2 La etnia y cultura mocoví pertenece al grupo étnico y lingüístico guaykurú localizada en las provincias argentinas del Chaco, Formosa y Santa Fe. Pertenecen a este grupo las étnias toba o qom (en los últimos años se han extendido hasta la provincia de Buenos Aires), mocoví y pilagá. Los kaduveos, localizados en Brasil, también pertenecen a este grupo. Pertenecían a los guaykurúes los grupos étnicos desaparecidos mbayá y abipón.

3 Comunidad es el nombre que recibe la organización que el pueblo mocoví se da en cada uno de sus asentamientos territoriales. Cada comunidad está políticamente organizada. Tienen un presidente o coordinador de la comunidad temporario (duran cuatro años en sus funciones). Los miembros de cada comunidad eligen al presidente.

4 En 1904 se produce un episodio en San Javier que, desde la perspectiva criolla, se conoce con el nombre de El último malón. Este episodio marcará fuertemente en la historia del pueblo mocoví de la Provincia de Santa Fe. Sin embargo, para comprender este acontecimiento hay que situarlo en relación con un conjunto de hechos relacionados con el constante avance de los colonos sobre tierras ocupadas por mocovíes, campañas de desprestigio y agresiones en su contra; la aparición de un movimiento político que se estaba desarrollando entre los gauykurúes. Silvia Citro en Coria y otros (2006:91-92) expresa: “(...) [C]onsidero que este enfrentamiento también habría promovido en ciertos grupos criollos una profundización de la estigmatización de la identidad aborigen, así como una estrategia de ocultamiento entre los mocovíes (…) Como vimos, los criollos denominaron 'el último malón' a este episodio y así siguieron llamándolo hasta el presente. Estos términos connotan las ideas de desaparición u ocaso ('el último...') y, a la vez, asocian a los mocovíes con acciones violentas, pues en el imaginario criollo 'malón' se vincula con el saqueo, la destrucción, la guerra. No obstante, más que saqueo y guerra, lo que hallamos en el caso de San Javier es un movimiento político-religioso indígena, el cual, sumado a la histórica desconfianza de los criollos sobre cualquier movilización y reclamo indígena, dio como resultado la descarga de las balas de los criollos sobre aborígenes con lanzas (…)”







LA CHARLA



Lenguas originarias, lenguas vivas: el idioma es el pilar de la cultura



JÓVENES MOCOVÍES

Primeros en la 23º edición de la Feria Regional de Ciencia y Tecnología



Entrevista: Eliana Ibarra

eliana_ibarra@hotmail.com,

Prof. en Lengua, Literatura y Com. Social (ISP Nº4). Comunicadora de INCUPO



Los jóvenes mocovíes que ganaron por segunda vez el certamen de la Feria de Ciencia están convencidos de que su idioma tiene valor; su trabajo Lengua e identidad mocoví es un proyecto cuyo fin es continuar ahondando en las raíces de su propia cultura. Esta nota había sido publicada por la Revista Acción (INCUPO), y nuestra amiga Eliana Ibarra nos la sede para reeditarla en este momento tan oportuno.

El recuerdo vivo del trágico acontecimiento histórico del 12 de octubre, el del genocidio americano, nos hace reflexionar sobre las profundas consecuencias que hasta hoy persisten en el devenir de nuestras sociedades.

El viejo mundo… Los conquistadores… Los imperios de antes y los de ahora… Los pueblos diezmados… La sangre derramada…

Las comunidades aborígenes de Latinoamérica y de nuestro país han sufrido, a lo largo de la historia, el despojo no sólo de sus tierras, sino también de su cultura e identidad.

Entre esos despojos, se encuentra la negación del idioma y los intentos por oprimirlo.

En relación a esto, en nuestra provincia de Santa Fe, se asientan cientos de comunidades aborígenes, tobas y mocovíes, mayormente, algunos quechuas y otros pueblos originarios.

En el pueblo mocoví, existen generaciones que usan el idioma Moqoit en grupos reducidos que lo entienden y lo hablan.

Otros dejaron su lengua para hablar sólo el castellano.

Y hay toda una generación de jóvenes, y algunos adultos, que hoy intentan rescatarlo.

Entender, hablar, recuperar la lengua mocoví

Un grupo de adolescentes de la comunidad mocoví El Paraisal, estudiantes de la escuela Anexo Nº 1314 de Los Laureles, ubicada a casi 25 km de la ciudad de Reconquista, al sur, dieron el primer paso en 2008, con la investigación titulada Música e Identidad Mocoví.

Llegaron a instancias internacionales, queriendo mostrar al mundo cómo es una nana, cómo es la comunicación con los seres de la naturaleza; las danzas y rituales que tomaron de la imitación de algunos animales.

Este año, volvieron al ruedo, y de primera obtuvieron el 1º puesto en la instancia regional de la Feria de Ciencias y Tecnología Juvenil, de la región norte de la provincia de Santa Fe.

Fueron 64 proyectos presentados, de los 68 inscriptos.

El jurado evaluó y fue enorme la emoción cuando la investigación de los alumnos, llamada “Moqoit la' gaatga”. Lengua e identidad mocoví”, resonó en el amplio salón de exposiciones.

Gustavo Valdéz, uno de los jóvenes que llevó adelante la investigación, nos comentó cómo surgió el proyecto:

GUSTAVO VALDEZ.— El tema nace porque nosotros, como integrantes aborígenes de la comunidad de El Paraisal, fuimos viendo el modo en que parte de nuestra cultura se fue perdiendo, como la lengua. Nosotros, con un trabajo del año pasado, pudimos ver que la cultura se estaba perdiendo. Y eso es a lo que nosotros tenemos miedo, que se vaya perdiendo de a poco, como la lengua, que sólo la transmiten los padres y los abuelos. Los jóvenes la entienden pero no la hablan.

El trabajo de investigación se hizo mediante entrevistas, observaciones y el análisis de diferentes formas discursivas que utilizan para hablar el MOQOIT, principalmente los ancianos y adultos de la comunidad.

Para los jóvenes, se trata de hacer una aproximación a la lengua mocoví, entendiendo que todavía no posee ni estructura ni escritura fija:

G.V.— Lo que nosotros estamos haciendo es un acercamiento para que se pueda lograr, para que se pueda escribir.

La lengua mocoví aún perdura en algunas de las zonas que habitan, pero fue y es muy fuerte la influencia del castellano, como lengua dominante.

Según otras investigaciones, hay alrededor de más de 4000 mil hablantes del idioma mocoví en el territorio argentino.

Renzo Salteño, otro de los adolescentes, habló desde el orgullo que significa para los más grandes de la comunidad esta iniciativa:

RENZO SALTEÑO.— Los abuelos estaban muy contentos porque pocos jóvenes de la comunidad se interesan. Les preguntamos cuándo utilizan la lengua, en qué momento, o cuándo la utilizan más y después le preguntamos si nosotros podemos aprenderlo y nos dijeron que sí, porque nosotros tenemos el hábito, lo llevamos en la sangre. Lo podemos aprender rápido, si queremos…

Por su parte, Juan David Vázquez, otro de los jóvenes de la comunidad y participante de la investigación, reflexionaba acerca de quienes entienden el idioma pero no lo hablan, como es su caso:

JUAN DAVID VÁZQUEZ.— Yo soy uno de los que entiende el idioma pero no lo hablo. Cuando mis abuelos me hablan en la idioma los entiendo todo, pero no lo hablo…

De lo investigado, surge el análisis de las posibles causas de por qué se fue perdiendo la lengua o por qué se dejó de usar.

J.D.V. — La idioma mocoví se fue dejando por la gran matanza que hubo acá en el San Javier. Se fue perdiendo, se dispersaron los aborígenes, se dividieron en cada comunidad y se fue ocultando su identidad, su lengua. Quisieron tratar de integrarse a la sociedad santafesina, que no quiso reconocer su idioma. No quisieron hablar más. Los abuelos les decían a los padres que cuando iban a la escuela no hablaran el idioma, que hablaran en criollo, porque decían que los iban a agarrar, los iban a matar, los asustaban para que no hablen.

Sin embargo, hay todavía suficiente fuerza para que la lengua resurja:

J.D.V.— Y digamos que la lengua no se perdió tampoco porque sigue vigente en cada comunidad aborigen. Ahora gracias a los abuelos se está levantando, está volviendo a renacer… Muchos decían que estaba perdida la lengua mocoví, la cultura mocoví, pero no es así, la cultura sigue vigente…

Experiencias como éstas no hacen más que demostrar que es tan necesario recordar el pasado de negación y muerte, pero más urgente es reconocer un presente donde las comunidades, pueblos y naciones indígenas, realizan un camino de derechos y de lucha, por su cultura, sus creencias y su forma de vida.

Por la misma razón que sigue la tradición desde los tiempos de la conquista, los modelos evangelizadores y educativos después, el miedo a las represalias por “no integrarse a la sociedad blanca”, es esta cruzada vigente, que intenta rescatar la lengua mocoví.

La posta es de estos jóvenes, que hablan con los abuelos y abuelas, para comenzar a recuperar lo perdido.

EL TEMA

Situación sociolingüística de los pueblos indígenas en la Argentina

Marisa Censabella

mcensabella@gmail.com

Núcleo de Estudios en Lenguas Minoritarias Americanas (NELMA), Instituto de Investigaciones Geohistóricas – CONICET. En 1999, la Editorial Universitaria de Bs. As. (EUDEBA), publica, de esta autora, Lenguas indígenas de la Argentina

La lingüista Marisa Censabella nos proporciona una serie de valiosos datos para comprender el contexto de desarrollo de las lenguas indígenas de nuestro país. ¿Cuántas existen? ¿En qué ámbitos se emplean? ¿Cuál es el parentesco entre algunas de ellas? ¿Cómo se pueden valorar las políticas interculturales, bajo qué parámetros? Preguntas para ser respondidas por una especialista.




Siguiendo el criterio de autoreconocimiento étnico, en la Argentina viven más de treinta pueblos originarios (1) que hablan, al menos, catorce lenguas vernáculas además del castellano. Ellas son, siguiendo clasificaciones de corte lingüístico-tipológico: toba, pilagá, mocoví, vilela, wichí, nivaclé, chorote, ava-chiriguano, tapiete, mbya, quechua, quichua santiagueño, tehuelche y mapuche, cada una de ellas con sus correspondientes variedades regionales y con situaciones sociolingüísticas y número de hablantes muy variable entre sí. El quichua santiagueño es mayoritariamente hablado por población criolla que en la actualidad no se autoreconoce como indígena (aunque admite un pasado indígena). Se estima que alrededor de 100.000 correntinos poseen competencia comunicativa en la variedad denominada guaraní correntino, diferente al guaraní yopará hablado en el Paraguay y zonas limítrofes con la Argentina. Trece de estas quince lenguas mencionadas se hablan en el norte del país, en las regiones del Gran Chaco argentino, nordeste argentino en sentido amplio y noroeste; sólo dos se hablan en la región patagónica: el mapuche y el tehuelche.

Todas las lenguas mencionadas poseen, al menos, un estudio de referencia de corte morfosintáctico elaborado en los últimos veinte años, pero el conocimiento acerca de las variedades regionales, el léxico, aspectos sociolingüísticos y de socialización es todavía escasísimo (2). El estudio de las variedades regionales (o dialectales) de las lenguas mencionadas posee un fuerte impacto en el ámbito de la educación intercultural bilingüe; además, permite revisar las clasificaciones genéticas propuestas y estudiar fenómenos de contacto particulares con mayor fundamento. Veamos un ejemplo ilustrativo.

Hasta mediados del s. XIX, casi la totalidad de la región del Gran Chaco argentino conformaba un espacio de continuidades dialectales en los que relaciones genéticas (variedades de lenguas emparentadas entre sí) y de contacto o convergencia (variedades no emparentadas genéticamente pero en contacto geográfico) dieron forma a las unidades lingüísticas que hoy conocemos (toba, wichí, chorote, etc.). Una continuidad dialectal, o continnum dialectal, es un conjunto de dialectos, contiguos geográficamente. La particularidad de las continuidades dialectales es que las variaciones (fonológicas, morfosintácticas, léxicas) son acumulativas a medida que los dialectos se separan en el espacio. Así, los dialectos contiguos son totalmente inteligibles (los hablantes se comprenden entre sí), mientras que los dialectos que se encuentran distantes, o son ininteligibles para sus hablantes, o bien éstos perciben grandes diferencias, a tal punto que consideran que se trata de lenguas diferentes.

A partir de fines del s. XIX, las nuevas condiciones de vida impuestas a los indígenas quebraron estas continuidades dialectales debido a las relocalizaciones y reagrupamientos forzados de pueblos indígenas y a los desplazamientos debido a la ocupación de sus tierras por colonos criollos e inmigrantes. Este es el caso de las lenguas guaycurúes habladas en Argentina: en la actualidad, y a pesar de sus semejanzas, tanto los lingüistas como los propios hablantes consideran que se trata de tres lenguas: toba, pilagá y mocoví. En otros casos la continuidad dialectal no se quebró, por lo tanto la contigüidad geográfica de los dialectos ha perdurado hasta la actualidad. Es el caso del wichí, cuya continuidad dialectal abarca una gran extensión, en una franja que comienza desde la mitad del río Bermejo hacia el oeste, con enclaves en ambas orillas, hasta llegar a la provincia de Salta y luego hacia el norte, desde Salta hasta el Dpto. Tarija en Bolivia. En este caso, los lingüistas hablan de una sola lengua, el wichí, y sus hablantes, aparentemente, consideran que se trata también de una sola, aunque la denominen de manera diferente: wichí en Argentina y weenhayek en Bolivia.

Los procesos de homogeneización lingüística y cultural promovidos por el Estado argentino desde mediadios del s. XIX provocaron lo que en sociología del lenguaje se denomina desplazamiento de lenguas (desde una postura más reificante de las lenguas como organismos vivos) o abandono en la transmisión intergeneracional de la lengua vernácula (designación que hace hincapié en las decisiones –conscientes o inconscientes- de los hablantes). Una comunidad de habla bilingüe –lengua indígena L1 (primera aprendida) y castellano L2 (segunda aprendida en el seno de la sociedad mayoritaria) se encuentra en una situación de diglosia, es decir, utiliza la lengua indígena para hablar con familiares, vecinos y otros miembros de la comunidad indígena, mientras que el castellano se reserva para las relaciones con los no-indígenas, en la escuela, en el ámbito laboral y en todo tipo de reclamos y trámites que se relacionen con servicios del Estado. Las ideologías de desvalorización de los no-indígenas hacia la organización social y estilo de vida de los indígenas provoca que estos últimos dejen de utilizar sus lenguas en el ámbito familiar y comunitario próximo. Este fenómeno se observa en los padres, que habiendo aprendido castellano como segunda lengua, racionalizan las dificultades de inserción laboral y escolar por falta de competencia comunicativa en la lengua mayoritaria, y por lo tanto deciden – más o menos conscientemente- hablar a sus hijos pequeños en la lengua de la sociedad mayoritaria. Estos procesos no son lineales ni simples, ni significan desprecio consciente por parte de los hablantes hacia sus lenguas maternas; se anclan en ideologías lingüísticas particulares a las comunidades de habla y sus consecuencias pueden ser diversas, ya que el impacto de estas prácticas de socialización lingüística debe estudiarse en relación a la lógica del resto de las relaciones de habla en cada comunidad en particular. Así, el hablar a los hijos sólo la lengua de la sociedad envolvente puede tener consecuencias negativas en grupos tobas urbanos, aún cuando los padres consideren que la lengua vernácula se aprenderá cuando los hijos sean adultos (aunque esto muchas veces no suceda), mientras que la misma práctica no posee consecuencias tan directas en el abandono del uso de la lengua vernácula para hablantes de guaraní correntino de ámbitos rurales, ya que son otros niños mayores, en situaciones de habla relacionadas con la viveza, la picardía verbal y la resistencia cultural, los que nutren la adquisición de las competencias comunicativas en dicha lengua.

Casi la totalidad de los hablantes de las lenguas indígenas son bilingües, algunos plurilingües, y poseen diferentes niveles de competencia en la lengua vernácula, según diversas variables como pueden ser la edad, la localización geográfica (enclave rural o urbano) y el nivel de escolaridad. Debido a los procesos de interrupción de la transmisión intergeneracional de la lengua indígena, reforzando el desplazamiento idiomático en favor del castellano, en una misma localidad la lengua indígena puede haberse adquirido como primera de un grupo etáreo y como segunda de otro. En otros casos, no reportados por la bibliografía especializada pero seguramente existentes, los niños adquieren una primera lengua bilingüe; es decir, a la vez adquieren dos lenguas como primeras. Este podría ser el caso de niños que aprenden de sus padres simultáneamente el chorote y el nivaclé, o el caso de niños hablantes de wichí, que por relaciones de vecinazgo con criollos y competencias bilingües de los padres, adquieren el wichí y el castellano simultáneamente.

La toma de conciencia del desplazamiento lingüístico, y la lucha por la defensa de los derechos lingüísticos de los individuos y de los pueblos, es activa entre los indígenas de la Argentina. Diversas experiencias de educación para indígenas se han llevado a cabo en el país y, a partir de la descentralización educativa de la década de 1990, cada provincia con población indígena ha diseñado acciones tendientes a la incorporación de maestros interculturales bilingües en las escuelas que lo necesitan. Estas acciones evidencian interés y sensibilidad con respecto del tema pero poca preocupación por monitorear los resultados de las acciones emprendidas. En la base de éstas se observa una simplificación distorsiva de la complejidad sociolingüística y cultural de las poblaciones educativas a atender. No es posible continuar ejecutando proyectos educativos que no tengan en claro si la lengua indígena es la primera adquirida por los niños y muy vital dentro de las comunidades, o es una lengua en desplazamiento y con poco uso dentro del ámbito familiar, que necesita una didáctica de enseñanza como segunda lengua. Ambas situaciones, por ejemplo, se encuentran en la región Chaco, inclusive las dos situaciones para una misma lengua, según el tipo de enclave (rural o urbanos) de las comunidades.

Los estados nacional y provinciales se enfrentan, en la actualidad, a tres tareas pendientes para con los indígenas en el plano educativo: brindar una formación docente adecuada a las necesidades de la interculturalidad (para todos los docentes, de todas las áreas, trabajen o no en contacto con indígenas), reconocer la complejidad sociolingüísticas para diseñar planificaciones educativas más verosímiles y brindar mayor participación a las comunidades y organizaciones indígenas en la toma de decisiones sobre las políticas educativas y su implementación. Fuera de los reclamos en el área de la educación intercultural bilingüe, no se observan actividades organizadas por maestros indígenas o comunidades tendientes a la revitalización de espacios de uso de las lenguas por parte de los jóvenes.



NOTAS:

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1 Censo Nacional de Población 2001. Disponible en www.indec.gov.ar sección Población, subsección Composición y Distribución.

2 Una bibliografía completa y actualizada sobre los estudios lingüísticos y antropológicos de los pueblos indígenas de América del Sur se encuentra en sitio de internet que mantiene el lingüista Alain Fabre, en la siguiente dirección: http://butler.cc.tut.fi/~fabre/BookInternetVersio/Alkusivu.html







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